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Sentar cátedra desde la grada.

Todos los aficionados taurinos tenemos toreros que son nuestra debilidad y toreros que nos atraen menos, como aficionados todos tenemos un concepto de tauromaquia que nos gusta más y otro concepto que no nos agrada tanto, por ello es lícito expresar nuestro acuerdo o desacuerdo con lo que nos ofrece en el ruedo cada uno de los toreros. Pero desde hace unos años, no muchos, si a caso desde un par de años antes a la terrible pandemia que todos sufrimos en el 2020 se viene observando en las gradas un incremento de un tipo de aficionado que podríamos denominar como «toxicos» o aficionados «cuñados», si cuñados, por ser esas personas que todo lo saben, de todo entienden y de todo sientan cátedra con las posaderas colocadas sobre una almohadilla en la plaza o mejor aún desde el sillón de casa cómodamente sentados.

Por desgracia éste tipo de aficionados cada vez  son más comunes de encontrarlos, se suelen caracterizar por argumentar su disconformidad con todo lo que pasa en el ruedo, haciendo saber que como «ha pagado» tiene derecho a quejarse, a quejarse, a insultar y a menospreciar a quién, guste o no, se pone delante de unos pitones que le pueden arrebatar la vida en cualquier momento.

Ir a los toros hoy en día por desgracia no es lo que se podría decir, barato, por norma general las entradas suelen tener unos precios de agárrate y no te menees, a lo que hay que sumarle el desplazamiento hasta la plaza en cuestión y comer con tu respectiva pareja en la localidad correspondiente, lo que supone tener que empeñar «una nalga y mitad de la otra» para afrontar los gastos de la jornada taurina. Y es aquí donde me aparece mi incomprensión hacia éste tipo de aficionados, que razón les hace ir a una plaza con el gasto que conlleva para ver a un torero que no les gusta y no respetan?.

El tan manido «como yo, pago, tengo derecho…» en muchas ocasiones está fuera de lugar, y el pagar no le da derecho a todo lo que se piensa más de uno, estamos de acuerdo que siempre se puede expresar un desacuerdo desde la grada con lo que pasa en el ruedo, pero hay formas y formas. Hoy en día muchos de estos energúmenos vociferan, chiflan e increpan en cualquier momento de la lidia del toro, a muchas de estas personas parece que se les olvida que un toro es un toro y que a cualquiera de los que se pone delante de uno de ellos les puede arrebatar la vida, y señores, una entrada da derecho a decir que estas viendo algo que no te gusta, pero no da derecho a pedirle a alguien que se juegue la vida más allá de lo necesario para disfrute de una serie de inconformistas.

Todos tenemos derecho a decir que tal o cual torero no nos gusta, y lícito es no gastarse los cuarto en ir a ver a alguien que no le gusta, no me imagino a un aficionado del Real Madrid comprando una entrada para ir a ver al Barcelona a sabiendas de que no le va a gustar ni va a estar cómodo. Pues señores, con los toreros hagamos lo mismo, si hoy torea un espada que no me gusta, no voy, es sencillo, y si voy, hay que ir concienciado de que alguien se esta jugando la vida delante de un animal.

Ésta cuadrilla de «como he pagado, tengo derecho…» por desgracia cada día es más grande y rara es la plaza de toros que no cuenta con un par de «jumentos» de este tipo que sientan cátedra desde la grada con sus posaderas encima de la almohadilla aleccionando al torero de lo que tiene que hacer o no tiene que hacer para realizar una faena a gusto de ellos, de todos es sabido que los toreros solo hacen buenas faenas y solo saben lo que tienen que hacer para triunfar cuando alguien desde la grada con el síndrome de «como yo he pagado, tengo derecho…» les indica que tienen que hacer.

Señores, los peores antitaurinos los tenemos dentro de la propia tauromaquia, los peores antitauirnos son esos que van dándose golpes en el pecho promulgando que son taurinos y después son poco menos que talibanes en la grada. Vayamos a los toros a disfrutar, vayamos a los toros a respetar a quién se pone delante de un toro, vayamos a los toros a gozar de algo que en muy pocos países del mundo tienen la posibilidad de gozar, si tenemos la seguridad de que un torero no nos gusta, pues es sencillo, no vayamos a la plaza, pero si aún sabiendo que un torero no te gusta vas a la plaza, respeta que alguien se esté jugando la vida y respeta a quien si le gusta ese torero.

Disfrutemos del gran momento que vive la tauromaquia, hay un gran plantel de toreros, tienen un gran relevo generacional, las ganaderías se cuidan como nunca e incluso se están recuperando encastes que si bien no habían desaparecido, si estaban a punto de hacerlo, tenemos más escuelas de tauromaquia que nunca, por suerte muchas de las comunidades y de las diputaciones provinciales están apoyando más que nunca a la tauromaquia, tenemos la mejor época de la tauromaquia que jamás se ha vivido, podemos deleitarnos viendo una y mil veces una faena que nos haya puesto los pelos de punta, cosa que hace relativamente pocos años era poco menos que imposible, disfrutemos, vayamos a los toros a pasarlo bien y a volvernos a casa con un manojo de emociones vividas… no sentemos cátedra desde la grada ni seamos tan talibanes tan a la ligera, DISFRUTEMOS DE LOS TOROS.

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